lunes, 3 de abril de 2006

Se cayó de mis manos y rodó, la sentí rebotar por los rincones de la vieja casa hasta que se detuvo en su alejamiento de mí. Entonces. Sobrevino la oscuridad sobre el piso de madera y ni una hendija se pudo ver más. ¡¡Otra vez!! pensé no muy animosamente. La última vez que la perdí me había llevado todo un aprendizaje de la ciencia de andar a oscuras que tardé demasiado para mi gusto. Hacía tiempo ya... hacía mucho que sonreía iluminada y paseaba por los ventanales plenos de sol. Me había acostumbrado a la idea de vivir en la luz.

Es que a veces me olvido de ordenar algunas cosas, y quedan sueltas por ahí. Esta vez eran unas palabras (creo que se me cayeron hace una semana, pero no hice el intento de juntarlas) y cuando iba a regar una plantita me distraje y me tropecé... siempre tan torpe. Lo peor no fue el raspón en mi rodilla (porque mis piernas, habiendo yo sido así siempre, no son precisamente las de una princesa inmaculada. Una raya más al tigre) sino que se me abrió la mano y se cayó. Se perdió una vez más.

De vuelta en la sombra. Tanteando, tratando de reconocer las cosas a mi alrededor desde otro lado (diría desde otro punto de vista pero eso no tiene mucha lógica). De vuelta buscando...

1 comentario:

Anónimo dijo...

mmmm quiero darte un abrazo de oso
yo desde mi lugarcito te mando toda la luz q necesites
acordate
sos un ser de luz...
sos un ser de amor...
te quiero muucho aneta!
adios
sol