martes, 24 de abril de 2012

Un solo día en la ciudad, y mis ojos se pusieron rojos. Literalmente. Soñé con mi hogar, y en mi sueño tenía la habilidad de viajar a través de diferentes realidades. Pasé la lengua por muchos lugares, por muchas personas y por muchos recuerdos. Tenían gusto un poco amargo, pero amargo como el café, que viene bien de vez en cuando y si lo tomo con otras cosas, puede ser delicioso. Me desperté con dolor en mis alas. Y también, literalmente, con los ojos rojos.

viernes, 20 de abril de 2012

Hasta el Diablo es Santo y los Santos son Diablo; cualquiera sea, todo tiene un tiempo bajo el sol

Miércoles 21


[Palabras de antes, tristes al punto de que me cuesta volver sobre ellas... pero que son parte de mi corazón, y es momento de que empiecen a transformarse en pájaros.]



A dónde está la sorpresa. A dónde la incertidumbre, la aventura. El corazón se me fue de lugar, no sé bien a dónde.
Un agujero se está abriendo, invitándote a meter la mano ahí, para llevarte un puñado de este vacío. ¿a dónde está el amor?
Tan cobarde resulta mi voz, tan ausente de esta ciudad imaginada. Sólo este cuaderno perdido en una casa húmeda ¿quién me abrazará cuando ya no pueda llorar?

Poco a poco he perdido mi autonomía. Hasta el espejo me grita en la cara. Dejaré que las plantas del patio ocupen toda la casa, que me coman los caracoles y las hormigas la piel ardiente.

Dejaré que todo suceda.

Pero yo no puedo suceder, me quedo parada frente al mar sin atreverme a que la sal bese mis pies, sin dejarme llevar por la ola.
Las alas sin fuerza descansan en mi espalda.
El cuerpo mutilado por el descuido, ansioso de una mano que lo recorra sin trabas, inmóvil, sosteniendo el llanto que se hace río, se hace costumbre
(se va hacia el mar, es lo
único de mí que llega a él)

No me comprendo.

¿cómo podría comprenderte así?

Tengo miedo, el amor me ha penetrado muy profundo. Parten de mi
imágenes, desos y palabras que enterré como un tesoro –parte de un juego de la infancia- del cual nunca dibujé el mapa.


Siento el ardor de la carne como si supiera lo que se siente al arder en el fuego. Siento al viento que atraviesa la calle y no entiendo por qué no me lleva.

Quisiera no sentir tanto. Sonreír, como si nada sucediera y después reírme a carcajadas de todo, reírme con vos, reírme sola en casa cuando pasan las horas y la tarde oscurece las habitaciones. Quisiera no querer. No sentir.

Estoy demasiado pesada para flotar.