jueves, 30 de marzo de 2006


Otoño 2006


El otoño entra en mis sentidos. El sol calienta la mañana temprana y empieza a borrar el temblor que sobreviene a una noche de estrellas pálidas y viento frío. Las hojas se despiden de sus habitáculos en las desnudas ramas de los árboles. Los pájaros cantan menos, igual siempre cantan.
Las noches cada vez más largas.
Es mixtura de colores y también de percepciones: escalofríos que se mezclan con tímidas sonrisas. Mitad verdad mitad fantasía. Un rubor en la cara (no sólo del frío matutino) y la sensación de las manos heladas en la bicicleta (insisto: no sólo el viento enfría). El relámpago. El cielo más celeste que nunca después de la tormenta que oscureció la ciudad. Las veredas chapoteantes.
El cielo que sobrevive a la lluvia es el más claro (Las nubes se pierden en los laberintos de la memoria). Por eso el otoño es como el cielo en la mirada. Está ahí... sobreviviendo.

No hay comentarios.: