martes, 5 de septiembre de 2006

La Ortiga

Todavía me estremece el eco de tus pasos vacíos,
palabras transparentes que transitan
por el costado de mi razonamiento
sinsentido que configura una imagen presente
junto a una palabra: ausencia.

Sentado a mis espaldas tu silencio
no necesito verte para saber
que las grietas que resquebrajan
en tu mirada [al horizonte finito por encima del campo que florece
eternamente en los sentidos]
no revelan más que otro parche
ritual reificador de la desidia
en tu sonrisa dibujada.

¿Para cuándo guardaste tus colores?

El insoportable sonido de los huecos
que dejaste en el camino
se retuerce visceralmente,
figura sin forma ni sombra
que acrediten su existencia.

Culposa de haber callado, de las rupturas y los siniestros,
la boca te tiembla dichosa
mientras se llena de carcajadas
y me habla de felicidad.