lunes, 30 de mayo de 2011

otoño


Una canción brotaba de mí un atardecer de abril. Nostalgias, pájaros carpinteros, mis dedos entre el pasto sintiendo su altura increíblemente verde. La bicicleta y yo con ella atravesando la ciudad que de a poco se cae, se transforma como en cada otoño en otra. La ciudad y el espejo que me preguntan y no sé bien si les respondo o qué. Una canción que un poco se la debo a José María Arguedas, a sus letras profundas, porque me recuerda el interior que llevo en mi interior: el sur, el bosque, la vida de otra manera.


Caracola de montaña
¿a dónde te has ido?
¿te olvidaste de la roca milenaria,
pequeña caracola, que te sacó del mar
y te sembró en el bosque?
Caracola, pequeña coracita
¿olvidaste tus alas de cóndor?
¿tus gritos de puma frente al precipicio?
ay, caracolita, aquí no se te olvida
aunque mudes tu coraza
cuando crecés desde adentro
caracola de montaña
el lago no se olvida de tus colores
¿a dónde llevaste tus risas?
¿a quién le cantás en la mañana?
caracola, niña del viento
tu voz se fue a cantar al mar
las canciones de ríos profundos
que ahora lloran por tus besos
caracola, coracita,
¿a quién lloras en la ciudad?
¿olvidaste tus patas de cabra?
¿a quién le cantás en la mañana,
con tu voz de árbol en el viento?
caracola de colores, viajera
tu amor nunca será mariposa
porque tus alas son de carpintero.
Caracolita de la montaña,
vuelve a cantarnos tu risa
del lucero en la mañana.

3 comentarios:

el representante dijo...

tiene música? planea tenerla? dan ganas de escucharla

Unknown dijo...

me encantaría que tuviera una... pero en mi imaginación fue variando, se fue yendo con el viento detrás de la bicicleta, no sé. No sé hacer música...

Unknown dijo...

suena a pájaros carpinteros, o a viento entre los árboles, o a río que baja entre las piedras y el musgo...