lunes, 13 de agosto de 2012

Creo que, con el tiempo y con mi forma de ser, dejé de buscarte. Me aburrí de intermedios, me cansé de miradas, me cansé de esperanzas. Me cansé de verte en cada corte de pelo, me cansé de escucharte en las canciones, estoy harto de verte reflejada en tantos rostros. Me cansé, también, de creer encontrarte. Desde que recuerdo, sos un utopía, una utopía estúpida por cierto. Sos un consejo, una musa inspiradora de imbéciles y un poema dedicado a las abandonados. Y yo, tratando de escapar de mi yo animal, a la bestia dentro mío que me gusta llamar Búho, me terminé por abandonar a mí mismo. Dejo atrás tanto de yo que ya me olvido quién soy. Y lo peor de todo es que esto no me resulta relevante. Te puse nombre, caras y sentidos(porque duele confesar que también sentidos). Y, al final, estoy justo donde comencé. Sería lógico culpar a las personas que se cruzaron en mi camino, mejor aún y más preciso al fenómeno llamado sociedad, pero incluso tratando de ignorar a mi Yobúho, sé que son pésimas excusas. No tiene mucho caso culparme a mí mismo, porque reinventarme ya es cosa del pasado y no me motiva. Con suerte, no lo va a hacer nunca más, al menos con las contemplaciones que estuve manejando hasta ahora. Se ve que vivimos en un mundo donde estas cosas pasan todos los días, donde mis sentimientos son simplemente un poco más de polvo en el potente viento que sopla entre los ántropos. Hoy en día, otra alma despedazada, sin ánimos de seguir hacia donde siente, donde siempre siente, es simplemente otro orejón del tarro. Sacá número, me dice el Cosmos. Vos, sobre todas las cosas, me estás empezando a molestar. La última vez que creí verte, fue dobleamarga, hoy más que nunca. No sé si te necesito porque nunca te tuve, o porque sos el capricho adolescente que mi cuerpo se niega a dejar atrás. Pero ya me aburriste, los sueños son sueños. Es rídiculo pensar que un ántropo que nunca existió aparezca porque sí. Es rídiculo pensar tantas cosas cuando pienso en vos... La fe mueve montañas. La ausencia de fe debe olvidarlas por completo. Al fin y al cabo, no existís... Porque nunca te conocí, porque no te conozco ahora y porque sin fe no creo conocerte tampoco. Odio que todo sea tan gris. Perdón, por personas como mi querida Oveja, como Humo, como mi vecina favorita, como el señor Cui, u otras personas que sin duda buscarían palabras para contradecirme. Pero Yoántropo se carcome para olvidarse, y no puede ser tan malo
¿Y qué me queda por concluir? ¿Qué la única forma de cambiar esto, es cambiarme a mi mismo? ¿Así de amargo es el mundo que me rodea?



>Anotado, volver a tratar el tema en breve<

2 comentarios:

Unknown dijo...

Yoántropo y Yobúho conviven hoy en un mismo espacio, en el cual se disputan sensaciones, horarios y sueños. Relojes de un momento, sentimientos y fríos razonamientos, ambos son parte de vos y del cambio.. ¿qué lugar ocupa hoy, en esa disputa, el Yoálamo?
Diría, como bien anticipaste, varias cosas pero (y ahi te equivocás) no con intención de contradecir, sólo de ampliar la mirada (tuya, mía, del mundo lleno de brisas de ántropos y de sueños y orejones en los tarros). Pero hay algo que se me hace más urgente decir, y es que el cambio no puede empezar sino por unx mismx.. de ahi para afuera, como todo.

Alguien dijo, hace mucho tiempo: "lo único que perdura, es el cambio"

¿por qué esquivarlo entonces, por qué estigmatizarlo de impuro, difícil, amargo o triste?

cambiar duele, tal vez. Tal vez mucho... pero a veces los doloroso, lo difícil, hace que el sol nazca con más luz.

una amiga me vió enferma una vez, triste, y me dijo "la fiebre hace crecer", así pasa, me parece, con cambiar... duele, pero hace crecer.

male dijo...

Yo concluyo que si todo esto sale de tu sinsentido, ojalá nunca lo encuentres!
Te extraño vecino favorito, muchísimo