domingo, 11 de enero de 2009

OSCILACIÓN



Como el mar con la luna, el día oscila entre ella y ella. Como las olas altas la noche es verborrágica de tanta llena, de tanta calle. Claroscuro. Claro, como la luna cuando crece y sonríe (como el gato). O de otro, de oscuro, de otra. Despegada de la luz mortecina de las lámparas, de la blanca costumbre, ella se torna alas-negras de lo no recomendable, lo desacostumbrado. La negrura de la noche. Ella es ellas. Es luna siempre, aunque sólo vuela de noche… de día flota un poco.

Leyendo a Girondo en noches de luna encuentro, me encuentra, esta frase al otro lado de la página:

“Sólo después de arrojarlo todo por la borda somos
capaces de ascender hacia nuestra propia nada”.

¿Sólo después de sentir que tengo un todo que arrojar empezaré a encontrar mi todo vació, mi totalidad? Entonces la nada-todo sólo sería una ella si primero fuera una todo (por supuesto, confiando en que ella se arrojaría luego por la borda).

Tomar una cerveza en un bar, junto a la ventana que da a la calle, es buena tarea para noches de luna llena (más aún si hace calor y la insomnia me completa de verborragia). Contemplar el mundobar desde su esquina, escuchando por repetidas veces el vaso apoyar en la madera y el chico de la barra ¿quieren maní?. Olvidar el no-juego de ser persona, de ser mujer. Y la música que me suena conocida pero no me acuerdo qué es, el estribillo me sale de los nudillos, pero no me acuerdo. Tomo un trago más y aprovecho para mirar a los costados, a las pocas dos mesas y seis personas más que hay un jueves a las 23:59. Sigo sin recordar el nombre.

Voy y vuelvo entre ella y ella, y ella increpa a la otra: sobre su vida, sobre sus gustos, su imagen escogida y su interior encofrado. No responde siempre, a veces sólo rasca su frente y continúa escribiendo, como si nada, sobre la luna y la oscilación oceánica. Y vuelve a rascar su cabeza para desviar de cualquier tema. Entonces, ella también pregunta: sobre sus sueños, la magia de ver más allá de los postigos, sobre el deseo vacío frente a la vela de cumpleaños. Responde a medias, con intentos de enrrollar sin líos una maraña de lana, toma un trago largo y acaba el vaso y sirve hasta que la espuma roza el borde. Sin preocupación ni mesura, ensaya posibles imágenes que podrían cubrir ese hueco.
Ambas quisieran prender un cigarrillo y fumarlo a medias, aunque después sienten la garganta como lija y recuerdan por qué no querían fumar más. Por eso mismo no lo hacen. Además, no hay puchos en el bolso… habría que levantarse, pedirlo y esas cosas pero no.

La luna dicta lunaticidad. Completa y justificada, expandida. ¡Un brindis por eso!

El sueño cae lento en las pestañas y ella es ella también, sintiendo el sueño óseo, el blanco. Claro, como la luna.

Por un momento floto entre la música, la barra y mi mesa, entre las lámparas de colores y la pared con aerosol, entre los pibes que cuidan autos enfrente y la pareja que fuma un cigarrillo al lado.
Floto y la mirada se esfuma, se amarga como burbujas de detergente que estallan cuando están allí… ahí ¿las ves?

Entra en ese instante un niño con rosas rojas. Un niño-niño muy pequeño (me recuerda a Momo, no sé por qué) se acerca y le digo que no y no sé qué más decir y ella le dice “no tengo nadie a quien darle una rosa” y veo cómo da la vuelta y deja un rastro de ilusiones. Caminito de sueños rotos por palabras como las de ella. Todo mi cuerpo quisiera llorar de tanta nada inútil (no es como la nada-todo que viene después de tirarlo todo por la borda).

Pero no lloro. Tomo un trago más de cerveza y escribo. Es sin duda lo más fácil.

Después de todo, ella y ella son sólo producto de mi imaginación.

Y yo, sólo producto de esta lapicera y sus dos letras.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

La sal esta perfecta. Dicen que ese punto justo en la comida lo logramos cuando estamos enamorados. Enamorada de la luna, el mar lleva y trae y en ese trajin nos regala sorpresas, claro esta, gracias a la luna...

Fernando García Pañeda dijo...

Es como estar ahí, Colombina. He estado ahí, viendo, sintiendo, siguiendo tus palabras por esa noche, en ese bar.
Hermoso producto de lapicera.

Búho dijo...

COMENTARIO ANTERIOR INVÁLIDO. ME EQUIVOQUÉ Y NO SÉ COMO CAMBIARLO. ANU BORRALO.

Oscilamos. Por suerte. Si NO hubiera una oscilación, al mitad de nosotros se definiría por allá y la otra mitad por acá. Sin nada en el medio, no repeleríamos los unos a los otros, o poer, nos chocaríamos. La oscilación colectiva está siempre y es algo bastante bueno, pero la oscilación que está dentro nuestro... ¿es mala o buena? Y si es mala o buena, ¿podemos cambiarla?. Oscilo entre responder sí o no. Menos mal.


Te quiero, maestra Oveja, poseedora de la Ascendencia Ancestral del Repollo Sagrado. Nos vemos pronto.

Unknown dijo...

oscilar... no esta entre el bien y el mal.
el Bien
el Mal
no existen mas
que en nuestra imaginacion
(colectiva tal vez)
lo interno es siempre
y sera
valido
verdadero
indiscutible