domingo, 13 de mayo de 2007

Mi Tiempo/II versión


lcé mi mano para que el reflejo del sol no le diera a mi reloj. Las tres menos diez. Llego tarde. Acelero el paso, tratando de evitar la multitud que invade incansablemente la vereda. Miro nuevamente la hora. Menos cinco ¿Por qué van tan despacio?.
Observo cuando paso rápidamente a su lado, con indiferencia, mientras pienso en la agenda para el día de hoy, horarios a cumplir. Mis pasos ya son zancadas y no me importa mucho si me llevo por delante a alguno de esos entes molestos que circulan las baldosas sinsentido, estoy llegando tarde.
Por fin me acerco a la esquina y puedo ver en la vereda de enfrente a mi representante de ventas, el sr. C, que se balancea intranquilamente. Consigo que me divise a través de aquél mar de rostros y al verme hace un gesto para que me apure.
Sin intención de aminorar la marcha, bajo de súbito a la calle. Mi camino es interrumpido por la bocina de un auto ¿Qué le pasa a este...? No termino de darme vuelta para enviar la primer queja que pase por mi cabeza a un destinatario x, cuando siento el choque duro de un paragolpes en mi abdomen... la fuerza impulsa mi cuerpo, que sale despedido para terminar contra el cemento. Colisión gris con gris. Mi cabeza golpea en el cordón de la vereda.
La gente se reúne a mi alrededor y puedo escuchar sus gritos de alarma, voces que preguntan, sirenas, bullicio: pronto se van fundiendo en un silencio profundo. Mi vista se nubla y empieza a desvanecerse la multitud.
Pasa el tiempo y la oscuridad se me está haciendo costumbre, también el silencio (que parece la eternidad) Una luz enceguecedora se prende ante mi rostro y no distingo nada. ¿Estaré en el hospital? Seguramente, el atento sr. C me habrá llevado a una clínica, confiado en que mi seguro médico tiene la mejor cobertura, y estará explicándole lo sucedido al médico... Algo hay en mi recuerdo, antes de dormirme... podría jurar (seguro consigo algún testigo) que ese auto venía demasiado rápido, es un peligro alguien así, que atropella a la gente como si nada, será fácil ganar un juicio en caso de ser necesario... De a poco, las imágenes del accidente volvieron a mi cabeza, mi representante, la calle, el paragolpes, el cordón de la vereda. Sentí dolor, mucho dolor. De un tipo que nunca había experimentado, profundo. Dolor que me sacude hasta el corazón y me golpea hasta el más alto orgullo.
Después de aquel momento de paz en que había estado sumergido quién sabe cuánto tiempo, esa molesta luz blanca y el pseudos-recuerdo de lo sucedido me hicieron perder la calma... desesperado, comencé a llorar. Necesitaba saber qué estaba sucediendo.
Las lágrimas corrían por mi rostro irremediablemente, y mis confundidos oídos empezaron a registrar, a distinguir mis gritos de sufrimiento que se expandían ocupando el espacio del silencio.
En ese momento, me invadió una extraña sensación. Me sentí pequeño, insignificante, inútil.
Abrí los ojos finalmente. Como lo imaginé, estaba en un hospital, pero tenía un aspecto muy pobre, y las personas que me rodeaban me resultaban totalmente desconocidas. Sin embargo, había una mujer allí que me sonreía, por algún extraño motivo la encontré muy atractiva y sobresaliente del resto, a pesar de su cansado aspecto... la luz de sus ojos estaba llena de amor. Extendí mis brazos hacia ella, ansioso de algún afecto.
Fue ahí cuando me dí cuenta. Fue ahí, cuando vi mis pequeñas manos y mis labios se movieron inútilmente, incapaces de pronunciar palabras ahora olvidadas... Fue ahí cuando en mi mente tozuda vi lo que realmente había pasado. Descubrí mi rostro viejo, preocupado y serio, con el ceño fruncido por costumbre, de tanto pensar en las agujas del reloj persiguiendo mis pasos. Comprendí a la gente de la calle, que miraba a ese tipo tan apurado, cruzando la calle directo al automóvil... recordé mi vida. Aburrida, vacía, siempre tan ocupado, gris, nunca disfruté sinceramente de ella, dejando para después los placeres... después. Qué palabra. Quizás la hubiera usado para decir "después de esta reunión, tengo una entrevista con..." pero nunca imaginé lo relativa que era. Hoy creo que la usaría para decir "No sé qué voy a hacer después, estoy tratando de saber lo que estoy haciendo ahora".
En mi inconsciente llanto infantil se ahogaron mis penas pasadas. Y murieron en los agrios recuerdos. Y murieron los recuerdos, para abrir una nueva página en la historia, una en blanco. Pero por ahí quedó algún resto, de ello entendí el disfrutar cada día, cada instante. Aunque empecé de nuevo, no sé si alguna vez terminaré.
18/9/00 (modificado el 24/03/06)

1 comentario:

Anónimo dijo...

es así realmente somos concientes de esto que vos decis ... el tiempo deberia ser algo que no deberia llamarse tiempo.... sea lento o el mas apurado.. seremos algua vez capaz de saborear sus agujas de chocolate una por una ? y sus minutos ? ami eneste momento el tiempo me esta sacudiendo la vida ana! quizas es la vida ... pues entonces que etse cochino no nos mate ...o que nos mate de amor..!!! realmente esto que aui plasmas me hace pensar .. lo tuyo es como poesia de la gua porque es cristalina... es asi avecs sientoque cuando te leo.. veo con otros ojos nos confuso y delirante como lo mjio.. te admiro mucho amiga ..porque vos con tus letras ..podes ayudar.. tb me pasa cuando hablamos...siga entonce sescritora alimentando eso que esmjuy suyo y demuestre! sin verguenza ustde ya sabe... eso y que tb la quiero a sacudidas de viento locos... hasta que las proximas lineas nos sorprendan... yo tu amiga la que va detras de los ... te queiro escritora del agua..