martes, 9 de enero de 2007

Árboles


Desde la tierra –redonda según dicen- nace una mano hacia el cielo –infinito creo-.
Una espiral de vida que cambia y crece constantemente y al mismo tiempo (circular de seguro) acentúa su identidad.
Un pie que se levanta de su madre y desde ella se va a explorar el aire, a experimentar el vuelo y a bailar con el viento. Pie que descubre que podrá volar y bailar pero no dejará de sentir su raíz, su conexión con el agua desde lo más profundo, con la esencia que emana desde los huesos quebrados y las rocas hechas polvo.



Y yo aquí, una pequeña hormiga que observa desde el suelo hacia arriba, con una hojita a cuestas y el deseo de llegar hasta allá, aunque sea despacito, para sentir la danza desde adentro. Sabiendo que nunca seré árbol para vivirlo (puesto que he nacido hormiga esta vez) pienso conseguir al menos la belleza compartida de tal inmensidad (gracias a ellos que comparten invariablemente).
Viajando desde las raíces que se aferran a su vientre terracota hasta las ramas más volátiles, mi camino avanza y circular se trepa por la corteza de un mundo vivo que se estira para alcanzar los sueños. Viajando desde las verdes estepas de las hojas al sol, como una gota de lluvia que retorna a su lecho bajo la superficie, hasta los hondos pensamientos que se esparcen en el regazo de la tierra húmeda y fresca.



Frescos sueños entre los árboles, sol que otorga vida al eterno bosque de las almas, cuerpos que trepan y bajan en espiral. Redonda conexión (aire, manos, pies y pensamientos) que fluye desde las entrañas de lo inimaginable: lo oculto, subterráneo y matriz... la tierra (mundo y madre de mundos infinitos).

1 comentario:

Anónimo dijo...

ana escribis de forma reconfortante y sincera. a mi, las hormigas siempre me ha despertado una sensación de alerta en ese perverso juego de una vida controlada que algunos humanos también profesan por miedo a improvisar. Otro punto es que al observalas desde una posición tan onmiponte por una mera cuestíon de diferencia de tamaño, me alegra imaginar que algun ser, de esa misma forma, tambien nos contempla...