Si las manos leñosas no hablaran con tanto desinterés. Yo sólo estaba en la búsqueda de la llave que abriera la jaula. Las palabras vuelan como pájaros alrededor de mi cabeza.
Una imagen futura/presente/imaginaria de dos cardenales que vuelan libres en la plaza y causan sorpresa al hombre que observaba desde el banco. Libres!
Pensaba en que tal vez la contemplación.
Entonces, diría Alicia,
Entonces el otoño me llega de lleno. La luz naranja entre las hojas que quedan en los árboles y la tierra naranja bajo los pies... naranjas maduras que ruedan sin destino.
Los pájaros se van y las hojas también lo harán. Y el hombre del banco seguirá creyendo que puede contemplarlos.
3 comentarios:
Es por la contemplación que se sostienen nuestras creencias. y tambien, claro esta, el destino del otoño es el ciclo eterno.
No era lo malo ni lo irreal la contemplación, sino el asombro frente a la libertad...
Y también, claro está, no estaba tan claro el ciclo de la libertad como el ciclo del otoño...
¿o si?
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