
Las olas se fueron y un pez me habló.
Se llevaron todo: las lágrimas, las desolaciones, los espejos rotos, los vacíos, las letras partidas.
Me dijo (el pez) un secreto al corazón: "tum, tum ¿quién sueña?... El mar es grande, hay mucho espacio para crecer en él; por eso no estoy en un estanque, en una pecera... ¿y vos?"
Y yo, sirena que vive de sueños había olvidado mi propia verdad y sólo sentía el dolor de las nuevas escamas.
Pero la voz del mar, la del pez, me recordó los colores. Me recordó su presencia, su abrazo de agua.
Se disiparon así las nubes que oscurecían el horizonte en mis ojos.
Y me puse un vestido bordado de sueños y salí..
... a rumbear el asfalto, a saltar tres saltos, a pasear en biciclutez, a pintar cuadernos, a escribir notitas en la libretita del bolsillo de la mochila, a hacer temblar gelatinosos pensamientos, a tomar tés verdes con una cucharadita de miel, a cantar en la ducha mañanera, a saltear cebollas sin nanas, a darle cuerda al reloj despertador, a sonreírle a cualquiera aunque no me comprenda, a enamorarme de todos, a leer y leer hasta que las pestañas mueran, a sentir el perfume de las veredas, a tocar timbres y puertas de mis amigos, a leer Las Aventuras de Alicia antes de dormir, a mirar el techo cuando ya no quiero nada y a escapar de las rutinas siempre que las descubro.
"¡Todo es mentira!" cantó el océano. Y confío en sus palabras sin dudarlo, aunque no lo pueda comprender del todo, aunque sólo vea su horizonte azul que se arquea... y pareciera no tener fin.
Yo te miro desde acá y sos infinito, pero sé que hay alguien del otro lado, que mira hacia acá y me piensa en el infinito también... y no hay verdad.